La característica principal de la crónica es la intimidad. La crónica es una forma de vivir la vida y la escritura. Es salir a la calle, hacerse permeable, transparente a la vida que nos rodea, es vulnerabilidad absoluta anta la vida. Y es escribir desde adentro de la piel. Es caminar y vivir y luego cronicar. Es colocarse en una condición de riesgo, de vulnerabilidad emocional, de rabia.
- Hay que hacer mucha lectura previa sobre el tema. Las preguntas iniciales deben tener respuestas muy abiertas. Se debe elegir desde qué punto se va a vivir, desde la perspectiva de quién. Cronicar es meterse en la piel del otro: ése es todo el esfuerzo.
- La prisa en la reportería es totalmente contraproducente. Mientras más tiempo se invierta en una entrevista, siempre será mejor. Las entrevistas son básicas. Toda entrevista es un encuentro erótico. Hay que “encontrarse” con la persona, tiene que haber seducción, coqueteo, para que diga lo que no le diría a los demás.
- El cronista tiene que exponerse a las cosas que pasan en el lugar al que llegó. Debe caminar para conocer los problemas.
- La soledad es una aliada del cronista, así como las situaciones de desorientación, vulnerabilidad y desesperación.
- Hay que reportear duro. Ubicarse donde pasen cosas que a los lectores les gustaría leer.
- Hay que ser muy ambicioso. La crónica es muy exigente: hay que desarrollar todas las facultades, todos los sentidos. Manejar un buen vocabulario, nombres para las cosas, para los colores. Hay que tener un buen repertorio de verbos, porque el verbo es acción. Cada frase debe dar información, cada frase debe tener un verbo. Cada frase debe describir una acción. Cada frase debe llevar a otra. Tiene que tener ritmo, movimiento, buena puntuación. Desarrollar trucos para mantener la atención del lector. Cada palabra vale oro. Hay que meter sensaciones, buscar adjetivos fuertes y verbos activos.
- Hay que transformar las estadísticas y los datos en algo divertido (A los lectores les interesan los números muy grandes o muy chiquitos, los demás les pasan de largo).
- Hay que permitir a los lectores que participen de la nota, permitirle al lector que “esté” en el lugar de quien narra, que “entre” en lo que se cuenta.
- Se debe pensar siempre en el arranque y el final, así se hace más fácil escribir la crónica. Pensar en el final es preguntarse a dónde va la nota. Si la crónica es sobre un viaje, a dónde queremos llevar al lector.
- Hay que dedicar mucho tiempo a pulir la entrada. Que no falte ni un detalle ni sobre ni una palabra. La entrada engancha, anuncia de qué va el texto o la tónica.
- Establece el clima del texto, el ritmo y la dimensión arquitectónica con el resto del texto.
- La salida se debe preparar al mismo tiempo que la entrada. Debe ser un cambio de tono. No hay que introducir a un personaje nuevo. Se puede retomar un personaje anterior.
- El largo de una crónica lo determina la carga emocional de la historia: un tema frívolo no da la misma extensión que uno trágico. Antes de poner a escribir siempre hay que tener la idea clara de para cuánto da el texto. Tener la capacidad de contar algo que no pensaste que fuera posible.
- Una crónica no es lo que dijeron, si no los personajes: cómo son éstos. En una crónica lo que nos interesa son los personajes.
- La crónica es una serie de subjetividades que las dan los olores, los sabores, los gritos, los murmullos, los sonidos...
- Después del primer reporteo hay que preguntarse cuál es mi nota, qué tiene de nuevo, cuánto ha cambiado la situación para que sea interesante, cuáles son mis personajes.
- Para vender una crónica a los editores:
- Presentar lo nuevo
- Una frase que resuma el trabajo. Tiene que ser breve, misteriosa y novedosa
- Usar palabras específicas que mantengan la claridad de la presentación
- Hacer que el editor se ría, aunque sea una nota trágica.
- Que dé ganas de leerla. Seducirlo.
- Usar contrastes.
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